(Imagen tomada desde http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Biandintz_eta_zaldiak_-_modified2.jpg con Licencia Creative Commons)
Hace unos años en un pueblo de Castilla y León llamado Cuevas del Valle había dos niños que eran amigos, Carlos y Miriam. Todas las tardes, cuando ellos venían del instituto, rápido hacían los deberes para salir a montar en bicicleta por algún camino.
Una tarde de primavera, decidieron hacer "la ruta de los Rozos". Durante el camino fueron hablando de si este curso iba a ser difícil y sobre qué animales iban a hacer el trabajo de Ciencias Naturales que tenían que entregar el siguiente día. En el camino, Carlos se tropieza con la bici y encuentra un objeto extraño y grande. Deciden meterlo en la mochila, pensando que es de alguien que lo ha perdido en el camino y que volverá a por él. Un poco después, ven a una persona con dos niños pequeños, le preguntan si es suyo, pero dice que no y que no se ha cruzado con nadie más en el camino.
Cuando llegan a un merendero en medio de la ladera, deciden quedarse allí para mirar con los prismáticos y tomar fotos sobre pájaros y animales de su entorno, durante el camino habían decidido cómo hacer el trabajo. Durante una media hora toman fotos, pero de repente Carlos necesita mirar lo que han encontrado urgentemente, es como si le atrajera el objeto. Lo sacan de la mochila y lo miran detenidamente, Miriam descubre que es un reloj extraño con muchas anillas, letras y números. Carlos tras varios intentos consigue poner el reloj en hora, día, mes y año. De pronto, se dan cuenta de un detalle: alrededor de la esfera hay letras y ésta se puede girar formando palabras que aparecen dentro del reloj. Ellos hacen la broma y escriben la palabra caballo.
Parece que no pasa nada y después de un rato regresan a casa. En el camino sucede una cosa extraña: se encuentran unos caballos preciosos que antes no había y que parecen querer acercarse a ellos. Caballo era justo el animal que habían puesto en el reloj. Carlos intrigado decide poner ardilla y entonces, una ardilla salta de un árbol a otro. Se quedan sorprendidos, el extraño reloj es mágico, aparece cualquier animal que escriben. Comienzan a escribir nombres, sacan fotos a los animales y piensan que su trabajo iba a ser estupendo. Cansados, piensan que ya es suficiente. Vuelven a su casa dispuestos a no contar a nadie su secreto.
Al profesor le parece el mejor trabajo de todos, con las fotos mejores y con muchos animales extraños, por lo que les pone un diez. Al salir del colegio, corren a escribir otras cosas, pero cuál es su sorpresa cuando ven que igual que apareció, el reloj había desaparecido. Nunca sabrán qué hubiera pasado si en vez de escribir un animal, hubieran escrito otra cosa. A lo mejor ahora podrían ser ricos si hubieran puesto dinero, o podrían haber viajado si hubieran puesto París o Londres. Pero, eran felices con su sobresaliente y la aventura vivida.