viernes, 18 de enero de 2013

Texto Teatral: "El Bosque"




Pablo es un señor  mayor, de unos 70 años, que aparece en la plaza de un pueblo. En la plaza solo queda un viejo bar, "El Casino", no quedan las casas que él recuerda de la última vez que estuvo allí. Han pasado 55 años desde ese día. La gente que pasa a su lado le mira con curiosidad y preocupación porque Pablo va haciendo gestos y hablando solo, sin terminar las frases:
- Allí había una fuente y allí vivía Teresita con sus padres.....
Todas las casas y tiendas son nuevas. Decide entrar en el bar, que sigue siendo el mismo que hace 55 años. Detrás de la barra hay un chica de unos 20 años que le sonríe.
- Buenas tardes, señor. ¿Qué le pongo?
- Ponme una copa de anís, que necesito recuperarme.
- Aquí tiene - dice la chica, que se apoya en la barra para hablar con Pablo - ¿De qué tiene que recuperarse?
- De lo sorprendido que estoy de ver cómo ha cambiado todo - dice Pablo con pena.
Al fondo del salón aparece un hombre que aparenta la misma edad que Pablo y que se dirige hacia él.
- Abuelo, ¿has oído lo que dice el señor? - pregunta la chica al hombre.
Pablo se da la vuelta y se queda parado. El hombre abre los brazos y al llegar a Pablo, le abraza. Pablo no sabe qué hacer.
- Llevo esperando muchos años a que vengas a devolverme el tirachinas.
- Ernestín, tú.... tú eres Ernestín - tartamudea Pablo.
- Pues claro que lo soy, aunque ahora ya nadie me llama así - dice el hombre, mientras que la chica se va por la puerta lateral.
Los dos personajes se abrazan otra vez, se dan la mano y se tocan el pelo blanco y las gafas doradas que tiene el Doctor Ernesto, que era un gran neurocirujano. Pablo le pregunta:
- ¿Qué haces aquí? ¿Vives aquí? ¿Qué ha sido de tu vida?
- Vivir, vivo aquí desde hace unos años. Compré el viejo molino, lo arreglé y me vine a vivir con Teresa - Pablo se sorprende - Sí, con Teresita. Hace unos años que dejé el hospital y me vine a vivir aquí. No aguantaba más la ciudad, ni los coches, ni las prisas.
- ¡Nos tenemos que contar muchas cosas! Para empezar te diré que ese tirachinas...- Pablo duda al decirlo - ya no lo tengo, pero mañana podemos hacer otro, si quieres, con la madera de un buen castaño.
- A las diez te espero aquí para ir al castañar - contesta Ernesto.
Las luces se apagan poco a poco. Al volver a encenderse, Pablo y Ernesto aparecen en medio de un pinar donde dos viejos y secos castaños aparecen caídos. Ernesto inicia el diálogo:
- Han pasado muchos años y los castaños han muerto por una enfermedad llamada "tiña". Ahora los jóvenes buscan trabajar más cómodos. Mira las máquinas que usan - dice, señalando a una gran máquina amarilla que aparece al fondo del escenario.
- Son tiempos modernos y el monte donde nosotros jugábamos necesitaba mucho cuidado. Recuerda, el recoger las castañas, los higos y las ciruelas no nos dejaba descansar. Íbamos con el borrico y teníamos que ir y venir unas treinta o cuarenta veces hasta que lo recogíamos todo- dice Pablo, mirando a Ernesto.
- ¡Había cosas buenas y malas! - exclama Ernesto, que cree que el pasado fue mejor.
- ¿Cosas buenas? ¿qué tenía de bueno el borrico, qué tenían de bueno las cabras, que tenía de bueno estar todo el día pasando frío? - preguntó Pablo.
- Mira Pablo, el pobre borrico se llevaba lo peor, pero no consumía gasolina - dice Ernesto, a la vez que se ríe - las cabras se comían toda esta hierba seca que ahora ni se recoge y ...
Pablo cortó a Ernesto y subiendo la voz dice:
- Y éramos jóvenes, ¡éramos jóvenes! y podíamos con todo.
Pablo y Ernesto andan entre los pinos. Caminan como personas mayores, despacio, miran los árboles, la fuente y el huerto cercano con curiosidad, buscando algo que recordar del castañar donde crecieron. Pablo se para y Ernesto se vuelve hacia él.
- Ernesto esto es un bosque, un bosque de pinos, eso también ha cambiado, aquí antes había castaños. Es diferente, pero menos mal que sigue siendo la casa de las ardillas y de los pájaros que cantan y donde disfrutaráan nuestros nietos.
La luz, que hasta ahora estaba en la zona central del escenario, ilumina todo con colores vivos y señala las ardillas que viven en los árboles y las casitas de madera que sirven de nido para los pájaros. Empiezan a oírse los sonidos del bosque, mientras Pablo y Ernesto desaparecen del escenario.

Termina bajándose el telón.

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