lunes, 18 de junio de 2018

LA PERSISTENCIA DE LA MEMORIA (SALVADOR DALÍ)


“La persistencia de la memoria”, también conocida como “Los relojes blandos” o “Los relojes derretidos” es un cuadro de Dalí pintado en 1931, mediante la técnica de óleo sobre lienzo de estilo surrealista y de pequeñas dimensiones (24x33cm). Es una de las obras más famosas de Dalí.


El paisaje es una playa desierta al atardecer con el mar al fondo. El cielo y el mar se confunden. El mar está delimitado por un acantilado y se ve una pequeña piedra redondeada que proyecta su sombra para indicarnos por donde se está ocultando el sol. En un primer plano a la izquierda, se observa lo que parece un bloque de madera sobre el que se disponen dos relojes de bolsillo, uno blando que parece derretirse por el borde del bloque con una mosca y uno rígido boca abajo con muchas hormigas. También, sobre este bloque hay un árbol seco con una rama donde cuelga otro reloj. En el centro, en la arena de la playa aparece una extraña figura que simula una cabeza blanda sobre un pequeño montículo, el cuello es enorme y parece diluirse. Tiene una enorme nariz, una gran lengua sacada y un ojo cerrado con largas pestañas como si estuviera dormido. Tiene encima de la cara un cuarto reloj blando. Los relojes no marcan ninguno la misma hora.

La técnica de Dalí es precisa. El dibujo es académico, de líneas puras. Los objetos están representados con exactitud y mucho detalle, pero sus dimensiones no son reales y están deformados.

La luz juega un gran papel, que hace que el cuadro parezca estar dividido en dos partes no simétricas, una más oscura en primer plano y otra iluminada al fondo con una luz blanca irreal. Utiliza el contraste de colores brillantes con colores sombríos para crear una atmósfera como si fuera un sueño.

El color es rico y variado. Predominan los tonos fríos (azules, grises, blancos), que contrastan con los cálidos (ocres, marrones y amarillos).

Respecto al esquema compositivo, predomina la horizontalidad, remarcada por los bordes del bloque de madera y por una línea que representa la orilla del mar como si fuera un espejo. Solo interrumpida por la verticalidad que marca el tronco del árbol y por las líneas curvas de los relojes y de la figura central, que parecen haber sido introducidas para proporcionar un lento movimiento a la quietud de esta playa.

Salvador Dalí nació y murió, en Figueres (1904-1989). Fue pintor, escultor escenógrafo y escritor en el siglo XX. Se le considera uno de los máximos representantes del surrealismo y uno de los artistas españoles más famosos del siglo XX. Es conocido por sus impactantes y oníricas imágenes surrealistas que muestran las ideas que le obsesionan: el paso del tiempo y la inmortalidad. Tiene un estilo tan personal que se diferencia de cualquier otro artista.

Sus cuadros llamaban la atención por la poca coherencia que tiene el dibujo y la explicación que él da de los mismos. Es un artista tan imaginativo, narcisista y megalomaníaco, que utilizaba todo para atraer la atención pública, incluso hasta su imagen personal, es más que conocido su bigote rectilíneo. Es un artista tan creativo que llega a realizar más de 1500 cuadros.

“Excéntrico” y “anarquista” que fue incluso arrestado por sus comentarios contra la autoridad. Esto le llevó a ir a vivir en París, donde conoce a Pablo Picasso, a su mujer Gala y a un grupo de pintores de la época. Fue inspiración de la época, e influyó en el cine, la escultura y la fotografía. Aunque es considerado el pintor surrealista más famoso del mundo, en su momento fue expulsado de la sociedad surrealista por sus ideas políticas.

Ésta es una de sus obras más importante “La persistencia de la memoria”, claro ejemplo del trabajo de Dalí en el que la teoría filosófica de la deconstrucción de la situación y los objetos, muestra la relación que existe entre lo real y lo imaginativo. Se refleja su teoría paranoico-crítica que consiste en la aparición de objetos que se contraponen y al mismo tiempo se complementan. Por ejemplo, el mar no tiene límites, los relojes no se derriten, la cara no tiene esos rasgos, pero los identificamos perfectamente.

Era tan narcisista que la cara del cuadro es un autorretrato. Dalí se representa también como materia blanda evocando a su mortalidad. Pero él quiere la inmortalidad por eso se pinta en el cuadro.

Es un enamorado de su tierra, Cataluña y en este cuadro también refleja algunas zonas como son el monte Pani o el cabo de Creus. En este caso, las rocas y el paisaje indican lo “duro” o lo que perdura en el tiempo.

Su relación con lo onírico se plasma en la pintura claramente, es como una fotografía de su sueño. Piensa que los relojes se pueden deshacer como si fueran queso. Es un paisaje sin sentido. Unido a esto, sabemos que Dalí estaba fascinado por el análisis de los sueños que planteaba Freud. En este análisis del sueño podemos ver reflejada su obsesión por lo putrefacto de la materia y lo blando. De ahí que ponga hormigas y una mosca, como si estuvieran descomponiéndose los relojes, representando la decadencia.

Por último, era un enamorado de la ciencia y siguió los trabajos científicos con curiosidad. Él dice que este cuadro refleja la teoría de la relatividad de Einstein, que expresa que el espacio como el tiempo son relativos porque su magnitud depende del observador que los mire, de ahí la crisis de los paradigmas científicos que existían hasta ese momento. Los relojes derritiéndose son un símbolo inconsciente de esta relatividad espacio-tiempo. Los relojes blandos tienen horas diferentes que dan a entender la relatividad del tiempo. El concepto de tiempo es personal. Los relojes representan la memoria que en algún momento de tu vida se acaba. Si no enriqueces tu memoria y la activas, simplemente la mantienes con los recuerdos, se reblandece, se derretirá y se acabará.

Personalmente, Dalí es uno de mis pintores preferidos por el misterio de sus cuadros y este es uno de los cuadros que siempre me ha inquietado cuando lo he visto, justo por esa sensación de irrealidad, pensando en cómo Dalí era capaz de representar cosas que existen, pero como si estuviéramos en un sueño, no como las vemos en la realidad. Creo que este cuadro perdurará en el tiempo y ahora cuando he estudiado en filosofía la teoría de la relatividad, conseguí entender que el tiempo es algo diferente en cada uno de nosotros. Por eso tenemos que aprovechar cada momento, porque nadie tiene control del tiempo. Hay veces que hemos hecho muchas cosas y otras en las que pensamos que nos falta mucho por hacer. Nadie tiene el control del tiempo. Si existe cómo medirlo, pero no cómo lo percibimos.

Es curioso que cuando he investigado sobre esta obra de Dalí, he leído que lo que pintaba él y su explicación creaban confusión y lo que pretendía conseguir era que cada persona que viera su cuadro tuviera unas emociones, unas sensaciones y una historia diferente ante una misma realidad como es su cuadro. En este caso, a mí este cuadro me trasmite muchas sensaciones y emociones: tranquilidad, por la playa desierta, y a la vez tristeza por cómo va avanzando la oscuridad y cómo se derriten los relojes. Él ha sido capaz de reflejar su sueño, pero a mí me costaría plasmar esas incongruencias que salen en los sueños.

Por eso, viendo el cuadro tienes la sensación de que los relojes pasarán, la cara pasará, el árbol seco se irá también, porque todo es fugaz y el tiempo es relativo pero lo que siempre seguirá ahí es el espacio que estos ocupan y el paisaje que no cambiará.

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