domingo, 1 de febrero de 2015

La Gran Detective

Después de ver mi serie favorita, me quedé profundamente dormida y comencé a soñar que estaba en la Comisaría. Yo era la inspectora Becker y mi compañero, un escritor famoso, Castle, me contaba los detalles del último asesinato que teníamos que investigar juntos y que todavía estaba sin resolver.
 
Se trataba del asesinato de un cantante famoso que había aparecido muerto en su camerino. El cuarto estaba cerrado por dentro, le habían matado con un lazo, pero nada en la habitación estaba descolocado. Castle insistía que el asesino tenía que ser alguien conocido y la pregunta era: ¿por dónde había salido? Porque la puerta estaba cerrada.

En menos de un segundo, los dos estábamos en el camerino analizando todos los detalles, no había signos de pelea, no era para robarle porque allí estaba su tablet, su móvil impresionante, el mejor, su cartera, su reloj  y algunas pulseras.

Tenía que ser una mujer quien le había matado, seguro porque ¿quién mata con un lazo? Alguien que lo lleve y generalmente los chicos no los usan. De pronto, al lado de la pata de la mesa que tenía el espejo enfrente, vi un pendiente caído y al cogerlo me resultó conocido. Yo había visto a alguien con ese pendiente, pero ¿a quién?  Y ¿dónde? Comencé a preguntarme una y otra vez, dónde, dónde, dónde, pero no era posible, era el pendiente que yo había regalado a mi hermana por su cumpleaños. ¿Qué hacía allí su pendiente?

Pensé que me estaba confundiendo, no podía ser ella, aunque esa noche había ido a ver su concierto y él era su cantante favorito. Miraba una y otra vez a Castle que me decía que mi hermana era sospechosa, ella podía ser la asesina.
 
Y allí estábamos los tres. Castle y yo frente a ella en la mesa, haciéndola preguntas sobre el concierto, dónde estaba el lazo de su pelo, porque la enseñábamos una foto con él en forma de diadema que se había hecho en el concierto. En un momento comenzó a llorar y empezó a decir que no, que ella no había sido, que había dejado el lazo y sus pendientes a su mejor amiga y que ella no le había asesinado, que llamáramos a su abogado y a su amiga y la preguntáramos a ella. Es verdad, que a su lado aparecía su amiga con los pendientes.

Lloraba tanto que yo empecé a estar asustada, mi hermana tiene 10 años.  Me desperté de repente, porque me senté mal en la silla y pensé que me caía al suelo. Menos mal que todo era un sueño, porque ¡si tengo que encerrar a mi hermana!


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